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Roberto Didiego «alma, corazón y vida dedicado al Club Matreros»

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Cuando a principios de la década del 60 Manuel Piñeiro invitò a Roberto Di Diego a sumarse a Matreros obtuvo como primera respuesta un no.

Por Luis H Gambino

Cuenta el “Gallego”; “ Me costo convencerlo por que los dos jugábamos en el mismo puesto, el creía que uno de los dos no iba a jugar pero al final termino aceptando y terminamos jugando los dos, si yo era el medio scrum el pasaba a la tercera línea y si lo era el yo jugaba de centro. Fue de las grandes camadas que llegaban desde el Colegio San Josè.

El “ Negro” fuè muy querido por todos en el club por lo mucho que aportò siempre”. Tambien aportò lo suyo Raul Zuleta, quien lo viò jugar, “ El “ Negro” Di Diego tenía aptitudes diferentes y realmente amaba el juego, se divertía, en estos tiempos su calidad lo hubiese proyectado al mas alto nivel y podría haber sido “ Puma” tranquilamente”.

Inmerso en una gran emoción Daniel Garcìa, otro referente de la historia de Matreros, apenas pudo decir “ Me tengo que armar de valor para contarte lo que fue  el “ Negro” para mi, se lo va a recordar como una persona muy especial, muy querida, para quienes fuimos sus amigos nos genera una pèrdida muy importante, me emociona recordarlo y me cuesta seguir hablando de el”. Uno de sus dirigidos, Gustavo Bendini relata” Roberto era un crack, un padre, un amigo.

Como entrenador nos hizo creer que Matreros le podía ganar a cualquiera y querìa llevarlo a lo mas alto del plano nacional, aun respetando al contrario. Era un tipo comprometido, apasionado por el juego, humilde, el traía a todos para que aporten y asi venían los mejores jugadores para hacernos crecer.

“ El Negro” fué muy querido por todos en el club por lo mucho que aportó siempre”

El negro era el Rugby, su expresión máxima, solidario cien por cien y siempre estaba donde hacìa falta, desde la lealdad, el compromiso y el sacrificio se lograban los objetivos según su visión. En una etapa de mi adolescencia caminaba por las calles de Moròn sin saber si seguía jugando, me cruza Carlos Bottarini y me lleva a su oficina en la que me convence de pasar a jugar a Matreros. En la vida nos enseño a ser padres, a ser amigos, fue nuestro mejor consejero, incondicional.

El “ negro” era el rugby y Matreros era su pasión”. Felipito Ferrari agregó “ Defendia sus amigos con vehemencia y saltaba por las injusticias como nadie, con ideales a imitar”, mientras que fuera de Matreros alguien que compartiò el deporte con el en su paso por el PAC de General Rodriguez mencionò “ Roberto fue un jugador increíble y aun un mejor compañero y persona, es una perdida irreparable para todos quienes lo conocimos”.

Algo que lo pinta cuerpo entero y que define su persona, fue el haber dado clases en una Unidad Penitenciaria de Ituzaingo a la que asistìa regularmente cada semana y por dos años con el objetivo de instalar ese espíritu del Rugby propenso a reinstalar en la sociedad a todos aquellos que estaban privados de su libertad y conseguir que de a poco el número paulatinamente fuera creciendo lo que refleja que fue docencia pura en el deporte y en la vida.

Integrante del plantel que obtuvo ascensos en 1966 y 1968, su vida se apagò mirando lo que fue su pasión al costado de una cancha con haches. Tenìa apenas 73 años con mas de sesenta vinculados a su amor incondicional. La ovalada.