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Varados en Sudáfrica: “Queremos volver a nuestros hogares”

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Dos moronenses recién casados buscan desde hace 15 días volver al país. Minuto a minuto, una serie de impedimentos provocados por la cuarentena y el cierre de fronteras hace que no cuenten con una solución certera para terminar con su exilio circunstancial.

Para María Eugenia Franco Mónaco y Pablo Gómez, ambos de 29 años que viven en Haedo, el futuro parecía lleno de planes.

Se casaron el 14 de marzo pasado y dos días más tarde salieron, luego de mucho ahorrar y planificar, hacia Sudáfrica para tener su luna de miel de ensueño. Todo parecía perfecto hasta que de imprevisto su vida tuvo un vuelco repentino e inesperado: cerraban las fronteras de Argentina hasta para sus propios ciudadanos. A partir de ahí, comenzó otro viaje plagado de incertidumbre, ansiedad y con gastos no planeados que deberán afrontar hasta el día en que puedan retornar a su hogar.

“En Argentina ya había llegado el coronavirus, pero no estaban en cuarentena y el día que nos fuimos de viaje en los medios salió el presidente para decir que a partir del jueves de esa semana se decretaba la cuarentena”, recordó María Eugenia a La Prensa durante una videollamada desde un departamento alquilado en la ciudad de Pretoria, a 50 minutos de Johannesburgo. A su lado, Pablo asiente para luego agregar que “nos enteramos ya viajando que salió el presidente a decir todo esto. Antes de salir habíamos evaluado si nos convenía o no hacer el viaje, pero averiguamos en la agencia Despegar y nos dijeron que no había reembolso porque Sudáfrica no estaba cerrada ni había cuarentena. Y también nunca se nos ocurrió que todo iba a cambiar tan rápido en nuestro país”.

Llegados al país africano, los siguientes 6 días fueron tal como lo habían planeado con tanto esfuerzo. Pero recorriendo la ruta de los jardines, como se le llama a un circuito que atraviesa la ciudad de Port Elizabeth, y ante el aumento de casos que podría provocar el cierre de las fronteras, es que “hablando con alguien del consulado de acá decidimos cortar el viaje y regresar a Johannesburgo para volver a la Argentina. Inicialmente teníamos vuelo para el 4 de abril, pero dadas estas condiciones decidimos irnos antes porque nos advertían ya ese 22 de marzo que la vuelta se iba a complicar más en los siguientes días”, enfatizó Pablo.

Así, cambiando sus planes de hacer noche en ese destino sudafricano, la pareja tomó un vuelo hacia el aeropuerto de Johannesburgo a donde llegaron a las 22, cuando ya todas las agencias estaban cerradas al público. “Tuvimos que ir a un hotel y a la otra mañana, a las 6 am, ya estábamos en el aeropuerto de vuelta frente a la puerta de Latam para ver si podíamos encontrar un vuelo de regreso. Ahí se generó una cola larga con gente que estaba peor que nosotros porque les habían cancelados los vuelos antes”, recordó María Eugenia.

Al mismo tiempo que esto sucedía, la empresa Latam había anunciado que desde el 21 hasta el 29 de marzo no iba a volar. Más allá de los motivos de esa decisión, se generó una fuerte polémica ya que nunca le aviso a los pasajeros que tenían vuelos durante ese periodo. Así, mucha gente llegaba a hacer el check in virtual sin contratiempo, pero cuando se presentaban en el aeropuerto se les comunicaba la cancelación, al mismo tiempo que se generaba una larga fila de personas que se quedaron esperando por horas hasta que se les diera una solución. “Nosotros habíamos llegado a las 6 am y nos fuimos a las 14 de ese mismo día porque la prioridad la tenían los que tenían vuelos cancelados, pero conseguimos que nos cambiaran el vuelo para el 31 de marzo, aunque haríamos trasbordo en San Pablo con rumbo a Montevideo y luego veríamos cómo seguíamos hasta Buenos Aires. Muchos de los latinoamericanos que nos cruzamos por allá eligieron esa opción”, explicó Pablo, que trabaja como diseñador gráfico para un banco.

Por otro lado, la sensación de que ahora nos dicen que nos van a traer de vuelta nos da esperanzas, pero mientras tanto todo este tiempo la sensación que imperó fue la de abandono

Para ese entonces los nervios y la incertidumbre se iban notando, sobre todo en María Eugenia que contó que “él estaba más tranquilo, pero yo los primeros días me tensionaron mucho. Me decían que se iba todo por la borda y que regresáramos. Vi gente comprando pasajes a tres mil dólares en todas las aerolíneas para volver, haciendo desastres en sus presupuestos y endeudándose. Y, mientras, no sabías si ibas a salir del aeropuerto o te quedabas ahí por 10 días más. No sabíamos qué iba a pasar”. Cabe destacar que muchos de esos vuelos en otras compañías aéreas se terminaron cancelando por lo que la incertidumbre sobre su regreso crecía minuto a minuto.

Durante aquel momento de desasosiego surgió una buena noticia para el corto plazo. “Mientras esperábamos, por casualidad nos llegó la información que Latam ofrecía hospedaje, así que luego de insistir, nos dieron una habitación por tres días en un buen hotel. Aprendimos que si no insistís no conseguís nada y de hecho los que fueron al día siguiente a solicitar el hotel se quedaron ya sin nada porque se había acabado la oferta”, recalcó el joven profesional gráfico.

MINUTO A MINUTO
Pensando en prolongar su estadía en ese lugar hasta el 31, cuando su vuelo saliera, el matrimonio joven se instaló sin saber que la certeza que tenían sobre su regreso se derrumbaría como un castillo de naipes otra vez. “Al tercer día Sudáfrica anunció la cuarentena y eso hizo que comenzasen a cerrar negocios y hoteles. También nos llegó un mensaje de Latam que anunciaba la cancelación de nuestro vuelo para el 31. Estábamos en contacto todo el tiempo con el consulado, pero ellos tampoco tenían información certera porque cambiaba minuto a minuto. A todo esto, teníamos un chat en WhatsApp con otros argentinos y nos íbamos contando todo, pero a veces era desinformación por lo que terminamos pidiendo que se verificara la fuente y la íbamos corroborando con los publicado por Cancillería”, explicó María Eugenia, quien es ingeniera química.

Aconsejado por el consulado, los jóvenes se dirigieron a Pretoria, una zona de embajadas que se encuentra a 50 minutos del aeropuerto de Johannesburgo, donde consiguieron alquilar un departamento en un hotel. “Tuvimos suerte de encontrarlo porque es económico, pero lo tenemos hasta el 16 de abril que es la fecha en que se terminaría la cuarentena acá aunque como comenzaron tarde no sabemos si no la extenderán. Y ahora estamos intentando que Despegar nos reintegre lo que no pudimos usar como hoteles, auto, entre otros, que recién ahora después de varios días nos contestó”, explicó la profesional de 29 años.

Podían estar por WhatsApp, pero no nos daban soluciones, sino que nos instaban a buscarlas con nuestros inexistentes recursos ante una pandemia. Hoy seguimos en contacto con ellos, pero es para decirles que no nos olviden

Actualmente, la incertidumbre ya no llena la cabeza del matrimonio. Viven el día a día sin planificar para que la ansiedad no vuelva a sus mentes. No pueden trabajar por no contar con las herramientas necesarias así que, actualmente, sus familias y amigos son quienes llenan sus horas con mensajes llenos de apoyo y contención. También difundieron su historia en varios medios aspirando a que la ayuda gubernamental llegara para darles una solución definitiva a ellos y al resto de argentinos varados en Sudáfrica.

Tiempos más felices para María Eugenia y Pablo –

Sin embargo, mientras esperan, otros mensajes menos positivos sí los alcanzaron donde están. “Hoy tenemos sensaciones encontradas. Primero, nos pasaba que, si bien estamos tranquilos con la decisión que tomamos pese a que nos pudimos equivocar en decidir venir, pero no lo hicimos con malas intenciones ni pensando en que no nos importaba lo que estaba pasando. Ahora, tenemos una sensación muy fea cuando veíamos que lo que publicamos en las redes o en otras notas era respondido por otros argentinos con consignas muy negativas o con muy mala opinión de la gente que estamos afuera y que nos fuimos de viaje durante la pandemia. Tomamos una mala decisión y la pueden o no compartir, pero como argentino notamos tan poca empatía que en vez de apoyarte te agreden. Seguramente hay gente que publicó que no le importaba nada, pero nos ponen en la misma bolsa y no lo estamos”, resaltó lamentándose María Eugenia.

Luego agregó que “por otro lado, la sensación de que ahora nos dicen que nos van a traer de vuelta nos da esperanzas, pero mientras tanto todo este tiempo la sensación que imperó fue la de abandono”.

Por su parte, sobre este punto Pablo enfatizó que “vimos en el aeropuerto que otros países como Italia o China, con grandes números de casos, recibían los vuelos de repatriación que salían desde cualquier parte del mundo y nosotros no podíamos volver a la Argentina. Hasta en el hotel de Johannesburgo los demás pasajeros de otros países nos miraban con compasión y pena, que era horrible. También vimos como las embajadas se acercaban hasta ahí para hablar con sus ciudadanos, con el dueño del hotel o para dar tranquilidad mientras que por nosotros nunca aparecieron. Podían estar por WhatsApp, pero no nos daban soluciones, sino que nos instaban a buscarlas con nuestros inexistentes recursos ante una pandemia. Hoy seguimos en contacto con ellos, pero es para decirles que no nos olviden, que si bien estamos en un hotel nos queremos volver a nuestro hogar, en nuestro país”.

Fuente: La Prensa – Por Mariana Badeni